El Don de la Curiosidad

Por Mary Rearick Paul
Morando con Dios

English

Recientemente, durante un taller en una conferencia que dirigía, les pedí a los participantes que compartieran ejemplos de preguntas que les ayudaron, durante sus jornadas de fe, a pensar más profundamente sobre la vida con Dios. Entre las preguntas que el grupo ofreció estaban estas:
  • "¿En qué momento experimentó momentos de alegría o perturbación la semana pasada?"
  • "¿Qué se le quedó grabado de la reunión de la iglesia del domingo pasado?"
  • "¿Hay algo que siente que Dios podría estar diciéndole?”
  • "¿Qué anhela en este momento?"
  • "¿Qué intentaría en este momento si no tuviera miedo?"

Tales preguntas nos ayudan a adoptar la curiosidad con respecto a nosotros mismos y al movimiento del Espíritu Santo de maneras que nos permitan escuchar a Dios más claramente. La pausa y reflexión más profundas que tales preguntas exigen de nosotros, a menudo nos brindarán nuevos "oídos para escuchar" y crearán el espacio para sentir emociones profundas en nuestra alma, junto con una mayor claridad en nuestros pensamientos y decisiones. Este tipo de curiosidad nos hace pasar del simple vivir nuestros días automáticamente a tener oportunidades de una mayor conciencia del movimiento de Dios en nosotros y entre nosotros.

De la misma manera, al leer las Escrituras, hacernos buenas preguntas creará una nueva curiosidad con respecto al pasaje y a lo que Dios podría estar tratando de comunicar en nuestras vidas. Los pasajes que hemos leído varias veces pueden cobrar vida o hablarnos nuevamente en nuestra lectura pausada que las preguntas saludables ayudan a crear. Las preguntas simples de quién, qué y dónde, y la consideración del contexto más amplio del pasaje de las Escrituras que estamos leyendo, son excelentes puntos de partida para una desaceleración que abre nuestras mentes y corazones para reflexionar de nuevo. A menudo, perdemos de vista los personajes secundarios, pero significativos, en la historia cuando nos enfocamos únicamente en un personaje principal. Lamentablemente, la lectura o escucha repetida de cualquier pasaje de las Escrituras que no consigue despertar mayor curiosidad en nosotros, o que no permite crear nuevas preguntas en nuestras mentes y corazones, perjudica trágicamente la riqueza de las Escrituras y entorpece nuestra mente. Cuando leemos las Escrituras con la suposición de que ya sabemos todo lo que tiene que enseñarnos, nuestra curiosidad muere y con ella, cualquier sentido honesto de que la Biblia es la palabra viva de Dios.

Cuando leemos las Escrituras con la suposición de que ya sabemos todo lo que tiene que enseñarnos, nuestra curiosidad muere.

Una forma de leer las Escrituras en oración utiliza una práctica antigua de leer lentamente un pasaje varias veces, haciendo preguntas de sondeo después de cada lectura. Una versión de una de las preguntas podría ser: "¿Qué palabra o versículo llama su atención?" Esa práctica simple y esa pregunta específica me han hecho forcejear con un pasaje en particular de manera más profunda. Solo como ejemplo: he estado participando en un estudio exhaustivo de las Bienaventuranzas donde hemos leído el pasaje de Mateo 5 regularmente durante varios meses. Cada parte del estudio de las Bienaventuranzas ha sido una bendición, pero cuando hice la pregunta "¿qué cosas nuevas surgen?", para mí ha sido el versículo 9: "Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios". Incluso mientras escribo esto, sigue atrayéndome, me hace indagar más, preguntarme con un corazón expectante "¿Dios, qué quieres que escuche de nuevo?"

El filo creciente de mis reflexiones me ha llevado hasta ahora a enfrentarme a la diferencia entre ser pacificador y un obrero de la paz. Hay algo dentro de mi sistema familiar en el que, como hijo del medio, generalmente quería acabar con cualquier altercado y mantener la paz casi a cualquier costo. Todavía hay una parte de mí que quiere apaciguar las emociones intensas cuando se manifiestan. Si bien puedo ayudar a aquietar las emociones en situaciones particulares, hay momentos en los que ese deseo de calmar las aguas puede hacer que evite conversaciones difíciles pero necesarias. La verdadera obra de paz debe hacer espacio para la disrupción y la perturbación, de modo que atendamos el dolor profundo, a menudo silenciado, para preparar el terreno para el descubrimiento de la verdadera paz o shalom. Esta exploración me llevó a hacer preguntas sobre otros pasajes sobre las formas en que Jesús trajo paz y reconciliación a situaciones marcadas por la perturbación de los demás.

Hacer una pausa en oración y hacer buenas preguntas sobre este pasaje me llevó a ideas importantes que crearon oportunidades para escuchar el llamado de Dios en formas cada vez más amplias. Este forcejeo con las escrituras que nos parecen familiares nos ayuda a nosotros a profundizar y al Espíritu Santo, a hacernos buenas preguntas.

Tales pasajes y preguntas nos están esperando a todos.

La Dra. Mary Rearick Paul, D.Min, es ministra y vicepresidenta de vida estudiantil y formación en Point Loma Nazarene University.

(Todas las escrituras tomadas de NVI)